(Entrada recuperada de HablandoBajo, de fecha 25/07/07)
No me siento bien. No quiero salir. Quiero negar al mundo mi existencia. Debo desaparecer de la corteza terrestre. ¿Corteza? ¿He dicho corteza? Con los ricas que son esas cortezas... no puede ser. ¿Pensando en comida a estas horas? No... pensando en comer.Estaba en casa al principio de la noche, pensando si salir o no, en que hacer o que no hacer. No tenía entonces ganas de nada hasta que sonó el teléfono. ¿Quién era? Todavía no lo sé. Fue una llamada perdida de un número oculto que desató la curiosidad de salir a indagar quien fue o quien no fue. Más fácil fue encontrar los descartes, pues ahora que llego a casa todavía no sé quien ha sido...Pera está claro que el cuerpo me pidió salir y lo hice. Lo hice tan bien que llego ahora a casa, en estas condiciones, sin ganas de escribir pero con la devoción de hacerlo.Y me he quedado sin palabras. Tengo la boca reseca (¿otra vez?), o mejor dicho... pastosa. Los resultados los veré mañana al despertarme.Está claro que que si el cuerpo pide fiesta lo mejor es no dársela, y si pide salir a buscar... quedarse con la duda.
jueves, 26 de julio de 2007
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