Viajar. Algo que está muy de moda y que se hace practicamente sentado, limitándose a esperar el fin del trayecto, pero no es el único modo de viajar.Yo acabo de llegar. Estaba sentado, pero no llevaba ningún tipo de rueda motriz debajo de mi. No iba en un vehículo con alas ni surcando los mares. Una simple silla inerte e inmobil me ha llevado al pasado.
Mi cuerpo experimentaba un curioso cambio de clima en los días más calurosos de toda la historia de la ciudad según el Instituo Nacional de Meteorología y los viejos del lugar. Tardé tanto tiempo en recorrer 600 kilómetros como los habituales 80 del día a día para ir a trabajar. Allí estaba, una vez más como ahora, lejos de casa. El móvil no paraba de sonar, y con esas llamadas nuevas e irrepetibles experiencias.
Y el tiempo pasa y nuevamente estamos sentados en la misma mesa, recordando aquel momento.
He venido, he vuelto... has venido, has vuelto... hemos hablado de lo mismo, hemos recordado aquel día. Cada vez los encuentros son más frecuentes... no hizo falta ver pasarotros seis años para un nuevo encuentro.
Y todo sigue igual... y así seguirá.

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