Tropiezo accidental, dulce caída sobre alambrada de espino y una gran paja mental.Casualidades de la vida convertidas en necesidades vitales. Hola versus adiós, nuevamente bucle de escasos encuentros forzados hasta que el destino dijo stop.
Segundos, minutos, horas... transformandose en días, semanas, meses...
Ansiada sonrisa echada en falta perdida en alguna parte de la ciudad, ciudad grande y vínculos tan pequeños. Un pequeño salto al vacío tras el empujón de la desesperación y se halló un nuevo paradero.
Y ahora... ¿hasta cuando? Ya se han consumido muchos cigarrillos en unos dedos marrón nicotinado y el ansia de una copa en la rutinaria soledad de la barra regresa a la cabeza.
Los brazos apoyados en la pegajosa madera tras muchos billetes en alcohol por la sangre no consiguieron que se gritara sumido en el fracaso. La estrcha calle de seis carriles no conseguía que tus pasos fueran rectos para caer muerto en un baño de frío sudor. El sol de la mañana siguiente dando en tu cara te despertó con la garganta más seca que una lija, donde tragar saliva era una dura tarea.
Buscabas una cara entre la muchedumbre mientras regresabas al aquel antro donde allí estaba ella y ya no la recordabas.
Aquel rostro tan anhelado, aquella dulce sonrisa, aquella femenina voz la habías olvidado tras el suicidio neuronal.

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