martes, 24 de noviembre de 2009

Cultivo social

La austeridad pasó a ser una obligación incumplida, en la cual el poder del vicio es más fuerte que la de voluntad, olvidada en el cajón del olvido de la rutina diaria a lo largo de los meses. Las cuestas abajo se tornaron hacia arriba, donde el último suspiro parece que no llega a su fin, donde las manos que empujan la espalda y amparan para no caer al vacío comienzan ya a estar cansadas, y la madurez representada por los años torna en un infantilismo en un infinito camino que no se quiere recorrer a pesar de la curiosidad de lo que se pueda hallar uno al final del mismo, a través de la lejana puerta que no se divisa en el horizonte.
El rechazo del agua no consigue la deshidratación a pesar de los sudores por permanecer sentado pensando como salir del bache sin más ejercicio que el pensar, simplemente para no hacer caso a las conclusiones más coherentes y poder cambiar el curso de un río enfurecido. Amoldado a la difícil vida del salmón, luchando siempre contra corriente, resulta más fácil hacerse el muerto y seguir el curso del mismo por donde quiera seguir, que lleve a donde tenga que llevar y termine como uno más entre la espesa multitud de gente sin alma, sumido en una sociedad que vive a la sombra, con una voz muda que no se deja oír.
El camino está marcado por los pasos ya dejados atrás y que no se pueden recorrer nuevamente dado a que ya se encuentran borradas las huellas del tiempo, pero no en el olvido, independientemente de no recordar por donde iban las huellas de entonces.
El deseo de salir del desfiladero se convierte en una esperanza amparada en el azar, el cual se busca y no se encuentra, el cual aparece si no se busca, el que escapa si se corre detrás.
La maldición del viernes 13 convierte la vida en un escenario terrorífico en el cual se representa la realidad, al margen de guiones y efectos visuales: el miedo es real, al igual que el pánico, la impotencia… Se trata de la cosecha a recoger tras tantos años de cultivo, donde se han menospreciado los abonos y los riegos, y ahora no tiene nada que ver con el fruto esperado.
Como en el origen de los tiempos se vuelve a morder la manzana prohibida

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